23 de septiembre de 2013

CONVIRTIENDO EL AGUA EN...CERVEZA




La amistad se prueba en los gestos, las acciones, y si bien podría existir cierta inclinación a pensar sobre todo en circunstancias críticas, donde el apoyo de un amigo se revela imprescindible, necesario, lo cierto es que también existe el cariz opuesto, el de los amigos que están ahí pero no porque se trate de un momento difícil, sino más bien porque hacen posible uno de felicidad pura.
En Nueva Zelanda, un grupo de amigos decidió jugarle una broma a uno de los suyos. Con el patrocino de una compañía cervecera local, hicieron todo lo necesario para cambiar toda el agua que circulaba en una casa, por cerveza.
Una vez que su amigo salió de casa, se apresuraron a llenar las tuberías con este líquido que, como bien sabemos, mucho tiene de elíxir de amistad. Colocaron los barriles, probaron los grifos y también instalaron algunas cámaras para verificar las primeras reacciones del sorprendido. Este, por supuesto, al principio no lo creía, y solo después fue asimilando la idea. Y la reacción final fue la prueba de que todos los implicados compartían ese tipo de relación humana que sirve también como justificación existencial: después de verificar que nada más que cerveza fluía por toda su casa, llamó a sus amigos y comenzó una fiesta.




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