Bastó un sexenio para que la industria cinematográfica apoyada por el Estado se
desplomara, ante la inercia e indiferencia de los nuevos funcionarios encargados
de continuar con la labor cinematográfica.
En 1976, el presidente José
López Portillo nombró a su hermana Margarita como Directora de Radio, Televisión
y Cinematografía (RTC). La labor de ésta al frente del destino de los medios de
comunicación en México fue completamente desastrosa.
Con la idea de
"propiciar un retorno al cine familiar" y "regresar a la época de oro", la
administración de López Portillo desmanteló las estructuras de la industria
cinematográfica estatal creadas un sexenio antes. Se trató de internacionalizar
al cine mexicano trayendo a directores extranjeros a filmar a nuestro país. Se
dejó de apoyar a los directores que habían producido filmes de éxito en el
sexenio anterior. A final de cuentas, el presupuesto oficial para el cine
mexicano desapareció en el mar de la deuda externa.
Mientras tanto,
aprovechando un cambio favorable en las políticas de exhibición, surgió una
nueva industria cinematográfica privada, la cual en pocos años se adueñó del
mercado mexicano. Esta industria -caracterizada por producir películas de bajo
costo, en muy poco tiempo y con nula calidad- prosperó y se enriqueció a lo
largo de la década de los ochentas.
Bellas de noche (1974) y Las ficheras
(1976), ambas dirigidas por Miguel M. Delgado, iniciaron la corriente del cine
de ficheras. Esta versión del cine erótico es una mezcla entre comedia (sobre
todo chistes y comentarios en doble sentido) y sexo. La famosa "picardía
mexicana" consiste en crear situaciones graciosas e hilarantes en momentos
incómodos, inesperados y mayoritariamente con referencias verbales sexuales
(nunca explícitas). A diferencia de sus antecesoras, las rumberas, estas nuevas
"damas de la noche" aprovecharon las facilidades otorgadas por las autoridades
fílmicas para prodigar desnudos y palabrotas.
Con estas cintas, además se desvelan ciertas esperanzas, sueños y
características de los mexicanos: el anhelado triunfo de la clase media y media
baja, la astucia como la mejor cualidad de cualquier hombre, la belleza femenina
mexicana (voluptuosa y sensual) que eventualmente les dará la vida que esperan y
desean, el deseo como el motivo para seguir adelante en la vida; la sexualidad
como el motor para la felicidad -aunque sea efímera y fugaz-; la galantería como
la cualidad mejor vista en el mexicano.
Las siguientes décadas se caracterizan por una decadencia de la producción
nacional, sostenida únicamente por los delgados hilos de la denominada Serie B,
con películas de bajísimo presupuesto, rápida manufactura y con una temática
sexual. Ya para los años 80, cambiará ligeramente el objeto de las películas,
cuando el narcotráfico, las mafias y las carreteras del norte se convierten en
los escenarios más socorridos con el llamadoCabrito Western.
By:
MaggieSaddie
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