En la sociedad de consumo, las estrategias de publicidad y la obsolescencia programada mantienen los consumidores atrapados en una especie de trampa silenciosa, un modelo de crecimiento económico basado en la aceleración del ciclo de acumulación de capital (producción-consumo-más producción). Mészáros (1989, p.88) dice que vivimos en una sociedad desechable que se basa en la “tasa de uso decreciente de los bienes y servicios producidos”, es decir, el capitalismo no procura la producción de bienes durables y reutilizables (en otras palabras: produzcamos como locos, vendamos y al final, desechemos todo).
Trabaja-Compra-Consume-Muere

Para aumentar las ventas, trabajan duro con la finalidad de convencer a los consumidores de la necesidad de productos superfluos. Es lo que Bauman (2008) llama “la economía del engaño“. Para Latouche (2009, p.18), “la publicidad nos hace desear lo que tenemos y despreciar aquello que ya disfrutamos. Ella crea y recrea la insatisfacción y la tensión del deseo frustrado”.
Para mover esta sociedad de consumo precisamos de consumir todo el tiempo y desechar nuevos productos para sustituir a los que ya tenemos – ya sea por falla, o porque creemos que surgió otro ejemplar más desarrollado tecnológicamente o simplemente porque pasaron de moda. Serge Latouche, en el documental Comprar, tirar, comprar, dice que nuestra necesidad de consumir es alimentada en todo momento por un trío infalible: la publicidad, el crédito y la obsolescencia.
0 comentarios :
Publicar un comentario